domingo, 6 de noviembre de 2011

Vamos a las luchas, oh, oh, oh, oh, oh!

(El título debe ser leído con el ritmo de "Vamos a la playa, oh, oh, oh, oh, oh!")

El viernes pasado fuimos a la lucha libre, aquí en la Ciudad de México y la verdad es que no puedo dejar esta experiencia fuera del blog. Al principio íbamos a ir con un tour, porque pensamos que sería más entretenido ir en patota. Pero al final el tour se fue y no los alcanzamos. Finalmente, conversando con gente del hostal, nos unimos a un grupo que iba con una persona de Couchsurfing. 

Este es el tipo de lucha del que hablo. 


Al principio todo fue caos, porque nadie sabía a donde íbamos ni con quién nos íbamos a juntar (y los que actuaban como que sabían más al final eran los más perdidos de todos). Pero cuando nos encontramos con Alberto (el chico de Couchsurfing) todo se aclaró. Nos juntamos unas 20 personas, en su mayoría extranjeros y partimos a las luchas.

Con el tour uno paga como 300 pesos (11.000 pesos chilenos) para que te lleven, te tomes algo en una cantina y te sienten en asientos caros. Nosotros pagamos 3 pesos mexicanos por el metro y 35 por la entrada (que no eran las mejores, pero se veía bien, y uno podía reírse a gusto sin molestar a nadie), bueno, más unos 100 pesos por una cantidad de cerveza exuberante. No había por dónde perderse.

La lucha en sí es un espectáculo de acrobacias y coreografías que imitan los de la lucha de verdad, y los mezcla con dramatizaciones más que exageradas, disfraces que bordan lo kitsch y parafernalias varias. Definitivamente hay que tomárselo con ligereza, algo de humor y un par de cervezas.  Hubo gente en nuestro grupo que realmente pensaban que iban a ver una competencia, y no un show, cuando vieron las coreografías (que por cierto no dejan de ser impresionantes), creyeron que habían descubierto Ámerica diciendo: "¿Pero tú de verdad piensas que están peleando?", mientras los mexicanos los miraban sin comprender si estaban haciendo una broma o si hablaban en serio. Con el Pirata no podíamos atinar a nada más que reírnos y disfrutar el show.

Y las acrobacias eran un poco como esto. 

Para mi, esta es una de las cosas que hay que hacer cuando se visita el D.F. mexicano, no solamente porque es un show chistoso, si no porque además es muy distinto a otros eventos en Latinoamérica. Además, el dramatismo, y, aunque suene como que le busco la quinta pata al gato, el simbolismo detrás de los personajes refleja ámbitos de la cultura local que son difíciles de ver a primera vista como turistas. Por ejemplo, las peleas son de dos equipos, siempre unos representan a los buenos y los otros a los malos. Los buenos muchas veces tienen nombres que reflejan la cultura azteca, o valores relacionados con el esfuerzo, siempre son la figura del "underdog", en cambio los malos, son personajes que han ganado su dinero o su fuerza a través de la explotación del otro, el jefe de los malos tiene esa actitud hasta con los de su propio grupo. Detalles así son entretenidos de ver, aunque sea nublados por la cerveza.

Lamentablemente en este post no tengo fotos propias, porque no dejaban llevar cámaras, desconozco los motivos, por eso saqué un par de internet como ilustración.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El mítico Estadio Azteca, México D.F.

Con el Pirata siempre intentamos ir al fútbol en los países que recorremos , la verdad es que ha sido una buena forma de conocer otra faceta de la cultura de los lugares en que hemos estado. Hasta la fecha, de los 20 países de Latinoamérica que hemos recorrido hemos ido al fútbol en 11 de ellos, y siempre ha valido la pena (como experiencia, no necesariamente por la calidad futbolística). Por supuesto que México, con su mítico Estadio Azteca no podía ser la excepción.

Desde que el Pirata se enteró de que justo íbamos a estar en la ciudad para el "clásico de clásicos", Chivas de Guadalajara versus Club América, no hubo un día sin que se pusiera a investigar sobre los boletos. Gracias a Dios, no fue tan complicado como en otros lugares (como Brasil, donde la información sobre cuándo y dónde venden las entradas a ratos es media confusa, o Argentina, donde la sobre-demanda hace que conseguir boletos sea todo un parto), sólo bastó con meternos a internet y recoger nuestras entradas en cualquier lugar de Ticketmaster.

El Pirata con cara de depresión entrando al Estadio Azteca.

Pero aunque uno no sea tan fanático del fútbol como el Pirata a mi me parece que ir a un partido en el Azteca debería estar entre una de las actividades obligadas para quienes visitan México D.F., no sólo porque es el estadio de fútbol más grande de Latinoamérica y tercero en el mundo(efectivamente tiene una capacidad mayor que el Maracaná, en Brasil), si no porque además ha sido escenario de grandes sucesos históricos para la historia de este deporte. Es el único estadio en que se han jugado dos finales de mundial (México' 70 y México '86), y sólo ahora en el siguiente mundial el Maracaná podrá jactarse de lo mismo.

Aquí mismo, en el año 1986, se jugó el famoso partido entre las selecciones de Inglaterra y Argentina, cuando Armando Maradona metió su controversial y alabado gol de "la Mano de Dios". Pero Maradona no es el único en haber hecho historia aquí, Pelé se consagró como uno de los mejores jugadores de la historia (si no el mejor) en este estadio en el año '70.

Queda claro lo interesante que es este lugar, la verdad es que para nosotros poder visitarlo en un partido tan importante fue una buena forma de empezar a cerrar este increíble viaje. Lamentablemente, nosotros ibamos por los menos populares Águilas (Club Ámerica), pero Chivas se impusieron 3-1 por sobre los locales.

El Pirata saca una foto como esta en cada estadio que visita. Empezó con pies en los estadios de Inglaterra, y ha continuado su tradición con cualquier tipo de comida/bebida que pueda encontrar en los estadios. 

¡Ah! Y como dato anecdótico, nos encontramos con otra persona que reclama lo mismo que yo: "No soy un PINCHE GRINGO!" Lo encontré chistosísimo!


domingo, 9 de octubre de 2011

Agridulce Cuba...

Cuba siempre se me presentó como un sueño en términos de viajes. Estando en México no pudimos resistir la tentación viajera y partimos a la pequeña isla de Fidel.

Quizás este post sorprenda a algunos lectores que han ido a Cuba, porque, conversando con otros viajeros, nos dimos cuenta que muchos no tuvieron la misma experiencia que nosotros. Sin embargo, creo que el hecho de llevar 10 meses viajando por Latinoamérica, además de intentar mantener el ojo etnográfico un poco calibrado, me permite escribir esto con cierta propiedad (aunque siempre guardando la frontera de la opinión personal, al fin y al cabo este es sólo un blog).

Llegar a Cuba es como meterse en una película. No sólo porque las calles de La Habana se mantienen igual probablemente desde que Fidel y sus amigos tomaron las riendas, pero además porque está llena de música y de gente en la calle (elementos que combinados lograron enamorarme fácilmente). Sin embargo, nuestra posición como turistas nos pone en un limbo existencial cubano en el cual uno se muere por vivir "la verdadera Cuba" y al mismo tiempo existe una barrera entre tú y el corazón de este país que pasa por mucho más que sólamente la diferencia de divisas.

Para los que no saben, Cuba funciona con dos divisas, dos mercados paralelos. Por una parte está el peso cubano (25 de estos hacen un dólar app.) y el Convertible (similar al dólar), que dividen el mundo local del turistas. Sin embargo, los cubanos, por razones obvias quieren obtener la mayor cantidad de convertibles posible para poder mejorar su condición de vida. Esta posición es comprensible, sin embargo, esta dinámica con el turista ha creado que la relación entre ambos sea imposible fuera de una relación que no termine en el intercambio monetario en algún momento.

¿A qué me refiero? O, ¿hacia dónde va esta mina con tanta cháchara? No pudimos tener ni un diálogo genuino con un cubano (además de los de nuestras casa particulares) que no se acabara con algo relacionado al dinero (o la falta de este). En la calle, la gente no mendiga (esta actitud sería muy reprochada según el estándar valórico de la revolución), pero pedir jabón, lápices, zapatillas, y hasta la ropa que llevas puesta es absolutamente normal. No quiero sonar insensible frente a las carencias económicas con que viven otras personas, pero creo que el tema se vuelve molesto cuando te empiezas a dar cuenta que la única razón por la que la gente te habla es porque quieren tu dinero (cosa que en el resto de Centroamérica no nos ha sucedido para nada).

Uno pensaría que esto pasa en Habana, por la cantidad de turistas que hay, pero la verdad es que a medida que nos alejábamos en de la capital el asunto se vuelve peor hasta llegar a su momento pick en Santiago de Cuba. Un tipo nos dio habános (obviamente de super mala calidad, y de dudosa procedencia) con el pretexto de que era hermano de la señora donde nos estabamos quedando (cosa que era absolutamente mentira) y que era costumbre de ellos regalar algo a los huéspedes, para luego de hablarnos como por 5 minutos de lo buena onda que eramos antes de pedirnos dinero por los habanos que nos acababa de "regalar".

En Baracoa, tomamos un tour a unas fincas y unos ríos aledaños. El tour estuvo súper bueno e interesante (a pesar del hecho de tener gente vendiendote cosas cada 30 minutos), y al final le dimos al guía una propina modesta, porque ya no teníamos mucho dinero. El tipo nos dijo que era un placer habernos tenido en el tour y todos los saludos de rigor. Pero cuando vio lo que le dimos de propina, arrugó el ceño y se marchó sin decir ni adiós. Al día siguiente lo vimos y al saludarlo, se dio vuelta y siguió tocando su guitarra sin siquiera levantar la vista. Historias similares a estas tenemos para escribir un libro, pero creo que mi punto esta expuesto.

No quiero sonar a que Cuba es un lugar pésimo y que no vale la pena visitar. Por lo contrario, es interesante ver un país que funciona de un modo absolutamente distinto al resto del planeta, y además con el encanto caribeño que tiene esta isla y su belleza natural. Simplemente creo que cualquier viaje siempre es mejor cuando uno se siente bienvenido, y no como un intruso o como un cajero automático con patas.

Pronto se vienen un par de fotos.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Aventuras: Cañón de Somoto, Nicaragua y El Imposible, El Salvador

Hemos hechos dos caminatas aventureras que creo que vale la pena compartir.

La primera fue el Cañón de Somoto en Nicaragua. Somoto no es un lugar que mucha gente visite, de hecho, cuando nosotros estuvimos ahí, sólo vimos otros 2 turistas (que curiosamente ya habíamos conocido en Panamá) con los que fuimos al cañón. La únca razón por la que nos enteramos de Somoto es porque Pauline, francesa polola de mi primo en Costa Rica, había ido y nos contó del lugar. Somoto está en el norte de Nicaragua y es un buen lugar para visitar antes de cruzar la frontera hacia Honduras.

El pueblo es súper tranquilo, y es realmente agradable llegar a un lugar donde nadie quiere ofrecerte o venderte nada. Hay básicamente una opción de hospedaje barata que es el Hotel Panamericano, justo en la plaza principal. Desde ahí se puede contactar a Reynel, quien realiza caminatas al cañón. Reynel participó en la guerra contra Somosa en la zona, y conoció la zona a través del trabajo con la guerrilla. Además de mostrarte el lugar, le gusta contar historias sobre ese período, sobre la mística que envuelve el cañón y sus riquezas ocultas.

Caminamos una media hora hasta llegar al río. Desde ahí se camina siguiendo su curso y, literalmente, flotando en él. En realidad es una caminata súper relajada, porque la mitad del tiempo estás en el agua, pero si quieren ponerle más emoción hay rocas de 3 - 5 metros de las que se puede saltar para continuar el camino. Yo salté de la más pequeña (3 metros o algo así), y no me gustó para nada, pero al Pirata le encantó.


La otra caminata fue en el parque El Imposible al norte de El Salvador. También es un lugar bueno para visitar antes de cruzar la frontera. Para llegar hay que tomar un bus desde Ahuachapán, a Tacuba. Nosotros nos quedamos en el Hostal de Papá y Mamá, y queda absolutamente recomendado (es como quedarse un fin de semana con tus abuelos, te malcrían hasta no poder). Desde ahí tomamos a Willy como nuestro guía.

El tour comienza desde el hostal montándose en una camioneta 4x4, vieja pero fiel, por una hora camino al parque. Durante una hora uno llega a comprender el por qué del nombre del parque, las curvas y lo malo del camino lo hacen imposible. Después se baja el cerro hasta el río por aproximadamente una hora. El río también es muy lindo, pero es más accidentado que el de Somoto, con más cascadas. El Pirata saltó de todas, incluyendo unas de aproximadamente 7 metros de altura. A mí obviamente, después de la experiencia de Somoto, no me quedaron ganas de saltar, de las más altas (sólo salté unas pequeñas). Pero Willy lleva consigo una cuerda y un arnés, el cual ató a un árbol para que yo bajara el costado de la roca. Debo decir que hacer eso fue casi tan aterrador como tirarse desde la cascada, porque no conocía la roca (que además está mojada), pero una vez que se empieza a bajar uno se da cuenta de que no hay peligro.

Después de toda esa diversión viene la vuelta a la camioneta, que es como una hora se subida (para nosotros fue una y media, porque soy pésima escaladora!). Pero a pesar del esfuerzo, vale mucho la pena.

Estos dos viajes han sido lo que más me ha gustado de Centroamérica hasta ahora. Increíblemente, son dos destinos que aún no han sido explotado ni que se mencionan mayormente en las guías de viaje, pero que definitivamente se agregan a mi lista de las cosas que hay que hacer (must do-s) de Latinoamérica.

Fotos: Fiesta de los Farolitos en Ataco, El Salvador







Si no sabe a qué se deben estas fotos, lea el post siguiente.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Festival de los Farolitos en Ataco, El Salvador

Tuvimos la suerte de escoger Ataco como nuestro primer destino en El Salvador. Digo suerte, porque quisimos quedarnos en cualquier lugar de la famosa Ruta de las Flores, y escogimos Ataco, porque quedaba más o menos en el medio y porque parecía fácil llegar, desconociendo cualquiera de sus encantos.

Llegamos al hostal "Mesón de San Francisco", también un poco por casualidad, y ha sido muy bueno. Sus dueños son una familia que hace que te sientas más como un invitado que como un huésped. Ellos nos contaron sobre la celebración de los Farolitos. Por eso planeamos una escapada rápida a la playa para celebrar mi cumpleaños, y luego un viaje express a Suchitoto, antes de volver a la celebración.

En esta fiesta, el pueblo entero adorna la ciudad con farolitos hechos de madera y papel celofán con velas, en conmemoración del natalicio de la Vigen María. En la plaza principal se instalan puestos de comida típica durante todo el año, pero la noche del 7 de septiembre, el pueblo se llena de gente que quiere comer rico, bailar y disfrutar de los farolitos. Además hay un show de fuegos artificiales, música en vivo, artesanías, en fin, el pueblo entero se viste de fiesta.

Viajar aquí en El Salvador ha sido muy bueno, especialmente porque no hay muchos turistas. Hace tiempo que no sentíamos que teníamos una experiencia local auténtica (en la mayoría de los lugares que visitamos en Guatemala, lo típico viene en bandeja). Definitivamente la parte que más disfrutamos de la fiesta de los farolitos, es que es gente de toda la zona que viaja para celebrar, no sólo turistas como nosotros, ignorantes de la tradición.

Pronto subiré fotos (saqué muchísimas) de los farolitos.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Sobre pérdidas materiales y cosas por el estilo.

No he sido la mejor escritora durante este viaje para dar cuenta de lo increíble que ha sido, sólo escribo de vez en cuando, aunque me he prometido pasar días escribiendo más sobre Latinoamerica por si algún lector se entusiasma. Sin embargo, he sido aún peor para relatar los problemas e inconvenientes que hemos tenido que pasar en estos últimos 9 meses.

Además de el acoso constante de quienes trabajan en la industria del turismo (que más que informar a la gente y vender productos, sólo alejan a los turistas creando un ambiente desagradable), más de alguna pulga de cama, y uno que otro compañero de viaje desagradable, no hemos tenido muchos inconvenientes importantes. No hemos perdido buses, ni hemos sufrido asaltos violentos.

Hemos sido víctimas de 3 robos, que han ido aumentando en importancia, y que esperamos se hayan acabado, por lo menos en este viaje. El primero fue menor, pero muy molesto: el primer bikini perfecto que encuentro. Me lo compró mi mamá en Brasil en abril, cuando vio el estado en que se encontraban los mios. Talla y color perfectos, además a prueba de cualquier ola, lo que lo hacía perfecto para surfear en aguas tibias. Fue molesto, pero qué se le va a hacer, no?

El segundo, un poco más importante ocurrió en Ecuador. En Montañita, tierra de surf y de licores embriagantes, un chico de 16 años entró por nuestra vestana y sacó mi cámara y mi celular. Los vecinos, al ver la actitud extraña del chico, lo capturaron y lo mandaron a la policía local, donde recuperaron mis cosas. El encargado del hostal nos fue a avisar en cuanto nos vio entrar, y como el Pirata estaba en la ducha yo partí con el encargado a la policía. Tardamos más de 36 horas de trámites en Libertad (la ciudad menos atractiva de todo Ecuador) en poder recuperar mis cosas. Fue realmente una pena, porque teníamos los días contados antes de partir a Galápagos y no pudimos seguir disfrutando de Montañita.

El tercero fue hace un par de días, aquí en Guatemala. Nos dirijíamos hacia Panajachel, en el Lago Atitlán, en uno de los famosos "chicken bus". Teníamos que hacer un cambio en una ciudad cerca de Antigua. En el bus, el Pirata notó la actitud sospechosa de un sujeto que se sentó al lado de él. Y a pesar de toda la atención que le puso a su billetera durante el viaje, aún así, el tipo logró robarle la tarjeta de crédito. Nos devolvimos al hostal en Antigua, para poder hacer todos los tramites via skype en el hostal donde nos habíamos quedado la noche anterior, porque después de mucho caminar y de preguntar a muchas personas sobre llamadas internacionales, nos idmos cuenta que estabamos en un limbo de las comunicaciones.

Confirmamos luego que había sido el sujeto del bus, cuando al cancelar la tarjeta, la operadora nos dijo que había retirado 4.000 quetzales (unas 200.000 pesos chilenos) y que se había ido a celebrar a Taco Bell en Chimaltenango, que es donde teníamos que hacer el trasbordo.

Finalmente, decidimos mirar todo esto con actitud positiva: sólo se llevo una tarjeta (porque las guardamos todas en distintas partes), la tarjeta nueva ya está en poseción de la mamá del Pirata en Bristol, y sólo hace falta una dirección para que nos la envíe, y por último, que por muchas precauciones que se tomen, no se puede pretender tener un viaje de un año excento de robos. Los que nos han tocado a nosotros, no han sido más que meros detalles.

viernes, 29 de julio de 2011

3 Buenas razones para ir a Trinidad y Tobago

Tuvimos la suerte de ir a Trinidad y Tobago el mes pasado. T&T nunca estuvo en nuestro plan original de viaje, pero teníamos que volar a Panamá, y descubrimos que el pasaje desde Caracas tenía un precio similar que el pasaje desde Puerto España, asi que dijimos: por qué no?

Trinidad y Tobago tiene esa vibra de país afro-caribeño angloparlante como Jamaica o Barbados, pero geográficamente es mucho más accesible para aquellos que están viajando por Latinoamérica. Nosotros tomamos un ferry desde Venezuela, que nos dejó a pocos kilómetros de Puerto España, en la isla de Trinidad.

Definitivamente es un destino muy recomendable, pero qué tiene de especial? A continuación, les doy 3 razones para visitarlo.

LA PLAYA: Tobago es más conocido que Trinidad por las playas, pero nosotros disfrutamos mucho ambas playas. En Trinidad fuimos junto a Dominic, dueño del hostal donde nos estabamos quedando, y sus amigos a Grand Riviere a surfear durante el fin de semana. Estuvo increíble. Dominic tiene su propia escuela de surf, Trinidad&Tobago Surf Experience, y es muy buen instructor. Mejoramos mucho con sus consejos! En Grand Riviere también se pueden ver tortugas desovando cuando es temporada, lo que también es súper interesante.


Playa en Trinidad

En Tobago también se puede encontrar surf, pero nosotros aprovechamos la falta de olas para descansar. A pesar de ser más turístico, igual encontramos que el ambiente era suficientemente relajado. En Crown Point aprovechamos también se subirnos a un bote con fondo de vidrio para ver la vida marina. Hicimos snorkel, y disfrutamos de una piscina natural en el medio del mar. También arrendamos uun auto (que es la forma más facil de moverse en la isla) y pudimos visitar el resto de las playas, aunque el clima no nos acompañó.

LA GENTE: Los trinis son muy amistosos y alegres, siempre dispuestos a entablar una conversación con turistas.A la gente le gusta mucho estar en la calle, conversar, escuchar música soca y pasarlo bien. Hasta ahora T&T ha sido el país en que ha sido más fácil relacionarse con los locales y aprender de su cultura. Además, existen muchos grupos que convergen en estas islas, lo que las hace aún más interesantes. Indios, afrodescendientes, europeos y latinos se encuentran es este lugar, creando una mezcla única.

Random

 La gente de T&T tiene una palabra que es el equivalente de "carrete" que es "lime",  diferencia es que para ellos cualquier lugar es un buen escenario para un "lime". Vimos gente haciendo "street lime", "side of the road lime", "club lime", "beach lime",  "hostal lime", "side of the hostal lime" y hasta "car park lime".

LA COMIDA: Volvería a T&T sólo a comer, sin dudas. La mezcla de sabores caribeños, indios y europeos hacen que la comida sea muy variada y exquisita. Nuestro paladar disfrutó mucho, a pesar de no haber podido ir al súper recomendado Richard's en Maracas Bay por el Bake and Shark. Entre los platos más típicos se encuentra Roti, que es como una empanada hecha de dos tipo panqueques que envuelven una mezcla de carne o pollo con salsa de curry y leche de coco, con papas. Riquísimo!

Doubles de otro tipo de comida que generalmente se vende en carritos en la calle. También son dos masas que se asemejan a las sopaipillas chilenas, con una salsa de garbanzos que hizo que me gustaran los garbanzos de nuevo, salsa agridulce y picante. Comer doubles es todo un arte, y por eso nosotros compramos varios sólo para mejorar!

Doubles-man + Pirata

En todos los paises a los que hemos viajado siempre compramos algo para nuestra casa imaginaria. En Trinidad y Tobago compramos obviamente un libro de cocina!

lunes, 11 de julio de 2011

Sudamérica: DONE!

Como algunos de ustedes saben, el Pirata y yo hemos estado viajando desde diciembre 2010 por Latinoamerica. Sólo recientemente, después de más de 28 semanas de viaje, completamos la primera, y más extensa, parte del viaje: Sudamérica. 

Decidimos dejar fuera Guyana, Suriname, y Guyana Francesa, porque resulta muy difícil y costoso visitar esos países, y de haberlo hecho, probablemente no hubiesemos tenido capital suficiente para viajar hasta México, la próxima meta de nuestro viaje. También decidimos no ir a Rio, puesto que ya lo habíamos visitado en mayo del 2010. 

Muchos me han comentado que están un poco perdidos sobre nuestro viaje, porque nos hemos dado unas vueltas extrañas y detours no previstos a lo largo de este. Por eso decidí escribir este post para poner a los interesados al tanto de nuestro viaje. Ojalá también pueda servir de guía o inspiración para los que tienen en mente recorrer nuestro fantástico continente. A continuación les muestro el mapa de nuestra travesía con un resumen de lo que hicimos. 


La primera parte nuestro viaje está representado por la línea amarilla. En diciembre, antes de navidad y año nuevo, con el pirata nos escapamos a Punta Arenas, gracias a la promoción bicentenario de LAN, y fuimos a Torres del Paine. Hicimos el recorrido de la W, y definitivamente fue un buen primer paso en nuestro viaje. 

Después, tomamos mi auto, una carpa, una cocinilla y una caja de comida marca supermercado,  y nos fuimos por el camino de la línea roja, que comprende los meses de enero y febrero. Partimos hacia el norte de Argentina, donde vimos lugares clásicos como el Valle del Tafí y Córdoba, pero también descubrimos bellezas ocultas como el Parque Nacional Ischigualasto. Seguimos cruzando hasta Paraguay, donde visitamos a mi padrino, aprendimos sobre la maldad de la represa de Itaipú y disfrutamos de la naturaleza que la mano del hombre no ha alcanzado a destruir. 

Cruzamos la frontera hacia Foz de Iguazú, el Pirata quedó absolutamente atónito con las cataratas. De ahí partimos a Campo Grande, para ir al Pantanal para ver animales. Cazamos pirañas, vimos un oso hormiguero, en fin, estuvo bakán! Seguimo hacia Sao Paulo, y luego viajamos hacia el sur, buscando las olas y el sol. 

Cruzamos a Uruguay, donde tuvimos mala suerte con la playa, pero buena suerte con los compañeros de viaje y  la comida. Tomamos el ferry con auto y todo hacia Buenos Aires, donde nos quedamos con mi familia, y nos encontramos con amigos del Pirata. Fue un buen momento para descansar, comer mucho y reirse en familia. Luego partimos de vuelta a Chile, pasando brevemente por Rosario, Córdoba y Mendoza. En Chile estuvimos una semana, y fuimos al matrimonio de mi queridísima amiga Danigon. 

La línea verde representa nuestro viaje en bus, tren, avión, taxi, etc. hasta el norte del continente que inciamos en marzo. Partimos llendo a Antofagasta, luego San Pedro de Atacama. Cruzamos la frontera hacia el Salar de Uyuni, y luego seguimos por Bolivia por Potosí, Sucre, La Paz, entre otros. Nos encantó Bolivia, tiene la mezcla perfecta entre paz y caos, que hace que uno se sienta realmente en una aventura. 

Seguimos hacia Perú, desde Arequipa cruzamos nuevamente la frontera chilena hacia Arica, ahí tomamos nuestra primera lección de surf. Llegamos a Cusco, donde hicimos el Camino del Inca, para llegar a Machu Picchu. Seguimos hasta Lima, desde donde nos movimos un poco hacia el sur para disfrutar de la playa. Aquí tuvimos nuestro primer detour hacia Salvador, con la línea azul. Ahí nos encontramos con mi familia en abril, para una semana de descanso. 

Siguiendo con la línea verde seguimos rumbo norte por la costa peruana, surfeando y disfrutando del paisaje. Llegamos a Guayaquil, Ecuador, desde donde volvimos a la costa, visitando Montañitas y Puerto López. Fuimos hasta Quito pasando por Cuenca, para tomar nuestro vuelo hacia nuestro segundo detour, también con línea azul hacia las Galápagos (si quiere saber cómo nos fue lea el post anterior) en mayo. Después volvimos a Quito, donde descansamos un poco. Ecuador nos encantó, nos atreveríamos a decir que es nuestro país favorito de sudamérica. Una experiencia redonda. 

Luego nos fuimos a Colombia. Debe ser porque nos gustó demasiado Ecuador, que sentimos que Colombia nos decepcionó un poco. No me malinterpreten, el país es lindo, la gente es muy buena onda y hay harto que hacer. Pero como todos los viajeros nos dijeron que era absolutamente espectacular, nosotros esperabamos algo que iba a hacernos olvidar de Ecuador. Medellín fue nuestra ciudad favorita sin didas, nos quedamos en el Yellow House Hostel, que queda sumamente recomendado. Luego seguimos por la costa durante junio. Nuestro lugar favorito: Taganga!

Cruzamos la frontera hacia Venezuela. Pasamos por Coro, antes de ir al Parque Morrocoy - las mejores playas que he visto hasta ahora! Luego fuimos hacia Ciudad Bolívar para iniciar nuestro tour al Salto Angel, en Canaima. Creemos que este es uno de los highlights de nuestro viaje junto con Iguazú y Galápagos. Volvimos hacia el norte donde nos quedamos con amigos súper buena onda que conocimos en el tour. Desde aquí decidimos hacer un pequeño desvío hacia el caribe. 

Tomamos un ferry hacia Trinidad y Tobago. Las islas son fantásticas, la gente es muy amigable y tiene mucha onda, pero por sobre todo nos gustó mucho la comida! Surfeamos en Trinidad y descansamos en la bella Tobago. 

Ahora estamos en Panamá, siguiendo la línea rosada. Donde iniciamos una nueva etapa en nuestro viaje: Centroamérica!

Espero no haberlos aburrido con el viaje, ojalá leyendo estas líneas empiecen a hacer sus maletas para su siguiente viaje. Nosotros seguiremos desde Panamá hacia el norte, nuestra siguiente meta es México, en busca del eterno verano.

 



domingo, 10 de julio de 2011

Islas Galápagos

Para navidad, el Pirata me hizo el mejor regalo que le pueden hacer a un viajero: un viaje de 10 días a las Islas Galápagos. Tomamos el tour con una compañía llamada GAP (Great Adventure People), compañía con la que hicimos también el Camino del Inca en marzo. Hay dos formas básicas de tomar el tour, uno es en bote, o sea, durmiendo en un barco, y volviendo a la costa para hacer las actividade. Y la otra opción es la terrestre, es decir, durmiendo en hoteles en las islas y tomando barcos para moverse entre ellas. El segundo es un poco más activo, según entiendo, y es el que hicimos nosotros. Nos pareció una buena opción para nosotros, además, te da más tiempo de recorrer los pueblos en las islas y de ver más gente (cosa que para mi es fundamental, si yo estuviera encerrada en un barco, probablemnte me volvería loca).


Como varios me han preguntado cómo nos fue y qué nos pareció el viaje, voy a contar, aunque de modo un poco desordenado lo que más me gustó de la isla: 

En primer lugar, indudablemente, su belleza natural y su única fauna. En las Galápagos hay muchas especies endémicas (que sólo pueden ser encontradas ahí) que merecen todo nuestro respeto y atención. Tuvimos la oportunidad de nadar con tortugas marinas, lobos de mar, tiburones de punta blanca, mantarrayas, pingüinos de Galapagos, y una enormidad de peces. Pudimos ver coral y algas marinas de colores increíbles. En tierra vimos iguanas marinas, lagatijas de lava, flamencos y las famosas tortugas gigantes de Galápagos (entre otras especies que probablemente se me han quedado en el tintero, pero que no por eso han de ser menos bellas). Los animales aquí no temen al hombre, porque no han tenido la experiencia de la violencia o la caza (aunque muchas tortugas gigantes sirvieron de alimento para quienes habitaron la isla durante su historia), por lo que uno puede mirarlas y estudiarlas con detención.

Subimos el volcán más alto de las islas, en Isabela, que estuvo en actividad hace unos cuantos años, y pudimos apreciar los distintos paisajes que sus erupciones han creado. Esta fue una de las actividades que yo anhelaba menos (siempre me ha llamado más el mar que la montaña), pero finalmente una de las que más disfruté por la belleza del paisaje.


Otra cosa que me sorprendió mucho es lo interesante que es la historia humana de estas islas. Han sido ocupadas por piratas, migrantes deseando alejarse de Europa, flotas norteamericanas durante la guerra y ahora por ecuatorianos y turistas. Su historia está llena de misterios y personajes fascinantes, desde Darwin a una baronesa que llegó con 3 amantes. 

Por otra parte, tuvimos un grupo muy bueno. Nos acompañaron 4 personas de Seattle, 3 de California, 1 de Michigan 2 de Canadá, 2 Dinamarqueses y 1 Inglesa, además de nuestro guía Pablo, Ecuatoriano, residente de Isabela y su esposa Laura, inglesa, quien nos acompañó brevemente en el viaje. Fue muy buena onda compartir el viaje con ellos, definitivamente fuimos muy afortunados con el grupo que nos tocó. Pablo, nuestro guía, además de saber mucho sobre las islas y su historia natural y humana, nos mantuvo siempre interesados en sus historias y nos tuvo mucha paciencia - no eramos el grupo más ordenado, por no decir más.


La última noche, Pablo nos preguntó cuál había sido nuestra experiencia favorita en Galápagos. Fue difícil decidirnos por una, porque el snorkel, el kayac, las caminatas, los centros de interpretación y el resto de las actividades estuvieron increíbles. Pero yo me decidí por una que puedo decir que fue mi experiencia más personal con las islas. Tuvimos un poco más de una hora libre, cuando algunos de nosotros decidimos no ir al Muro de las Lágrimas, y aprovechar la playa. Arrendé una tabla, y caminé poco más de 20 minutos hasta llegar a a playa recomendada por nuestro guía. Las olas estaban muy irregulares por lo que mi surfeo no fue de lo más exitoso, pero fue increíble tener la sensación de tener la playa para mi, y ver un gran grupo de piqueros patas azules pescando al rededor mío, mientras yo esperaba una ola. Ver la belleza de la isla desde la costa es impagable, y el agua, con su color azul, es un lujo. Para mi fue la experiencia más inolvidable, yo creo que en ningún lugar del mundo voy a poder ver tanta belleza desde la tabla.

Galápagos no es el destino más barato de la vida (sólo la entrada al parque cuesta US$100), pero definitivamente es una experiencia única en la vida. Ya ha pasado un tiempo desde nuestra visita, y aún sueño con sus paisajes. Con el Pirata siempre recordamos las islas con una sonrisa. Yo se lo recomiendo a todo aquel que quiere hacer algo nuevo, y admirarse de la belleza de este planeta.

sábado, 4 de junio de 2011

Chilenos: ¿Buenos viajeros o buenos migrantes?

Desde hace un tiempo tengo esta pregunta en la cabeza: ¿Son los chilenos, en general, mejores migrantes o mejores viajeros? Al principio me plantee la idea de que los chilenos eran malos viajeros, porque me topé con grupos de chilenos muy mal organizados durante el verano (por ejemplo, que viajaban con mucho equipaje para sólo dos semanas, o que se paseaban tardes enteras con las mochilas buscando hostales, en vez de ver reviews por internet, o que se gastaban toda la plata en comer y tomar, pero no en visitar lugares interesantes (aunque en gustos no hay nada escrito)). También en los aeropuertos es fácil reconocer chilenos, porque en la fila siempre hay alguien con equipaje de más, líquidos en los bolsos de manos, perdiendo vuelos y dejando cosas perdidas por doquier (no quiero decir que esto sólo le pasa a los chilenos, ni sólo a los chilenos, pero debo decir que si uno empieza a fijarse, esta tendencia es bastante frecuente en este grupo).

Por lo mismo, recordé un comentario que me hizo mi amiga Chica, años atrás. Ella me preguntó si había notado que en cada noticia grande al rededor del mundo (por ejemplo, 9/11, tsunamis en el Sudeste Asiático, etc.) siempre habían chilenos involucrados, muchos de ellos residentes de los lugares afectados. Y de ahí pensé en mi experiencia personal con colonias chilenas en el mundo. Pasé el bicentenario en Londres con una comunidad muy grande y organizada de chilenos, así también el 18 en Melbourne el 2008. También conozco de fuentes directas que hay muchos chilenos en Suecia, Canadá, Texas, Argentina, Australia y Alemania, que se reunen periódicamente. Por razones obvias que no he de mencionar, el chileno ha estado forzado a migrar, y muchos de ellos nunca regresan. 



Luego me topé con el libro "Mi país inventado" de Isabel Allende, donde ella propone exactamente lo contrario: que el chileno es buen viajero, pero mal migrante. Señala que el chileno no puede estar lejos de la patria, porque es bueno para extrañar y que inevitablemente quiere volver, o vuelve finalmente. En cambio que tenemos alma patiperra, y que nos gusta explorar qué hay más allá del Pacífico, del desierto y de la cordillera. 

Y creo que mirando ambas posiciones, se puede ver que en ambas hay algo de verdad: al chileno le gusta viajar, lo que lo hace un buen viajero (aunque no sea de lo más eficiente), y a la vez es mal migrante, puesto que aunque se establecen colonias chilenas en todo el mundo, este aún anhela Chile (de hecho, muchos de los chilenos en el mundo con los que me he topado, aún viven como si viviesen en alguna comuna remota de Chile, leyendo emol.cl y comiendo cazuela. En sus mentes, muchos nunca han dejado el aeropuerto).

Bueno, sólo quería comentar esta pregunta que no me deja, a ver si alguien se anima a proponer su propia tesis al respecto, o a refutar la mía (aunque ni yo la tengo muy clara en este momento).