Debo decirlo: yo amo mi celular. Tengo el mismo número desde que tengo una vida social activa, y por lo tanto, la mayoría de mis amigos de toda la vida nunca tienen problemas como "perdí mi celu y ya no tengo tu número", porque muchos de ellos se lo saben de memoria. Yo creo que podría vivir en Chile sin celular por un par de semanas, pero definitivamente no podría llevar esa situación de modo permanente. Suena pésimamente tecno-dependiente, pero es mi blog y por lo tanto creo que debo ser lo mas sincera posible.
Nunca realmente fui muy aficionada a la tecnología celular, y más bien, siempre me contenté con tener un celular simple y que funcione bien, por sobre tener uno vistoso que pudiese ser blanco de algún lanza en el centro de Santiago o en algún bar porteño de mala muerte. Pero cuando cambié mi celular por un Blackberry, mi relación con mi celular pasó a otro nivel. Por una parte, puedo contar con todos los beneficios de un teléfono 3G, pero aún manteniendo la versatilidad de un celular pequeño y compacto. Empecé a disfrutar de todos los beneficios de tener internet en el celular, como buscar direcciónes y mapas, recordar indicaciones escritas vía facebook y mail, y obviamente twittear. Pero además, con mi celular, puedo estar en constante contacto con mi Pirata, lo que es definitivamente el aspecto más importante del aparato ese. Y bueno, también tiene un rol importante en el trabajo de campo (que es la parte que más disfruto de ser socióloga), porque gran parte de mis notas de campo son guardadas en ese aparatito.
Pero en Inglaterra no tengo celular, porque no lo necesito, sin embargo, eso no quiere decir que no lo extrañe. En Australia tuve celular, pero creo que lo recargué dos veces y la mitad del tiempo lo olvidaba en mi casa. Sin embargo, hoy el caso es distinto. No podría explicar por qué ahora realmente lo echo de menos, pero definitivamente hay ciertos aspectos de no tener celular que son muy incómodos:
1.- Nunca sé qué hora es cuando estoy fuera de la casa. Cuando voy a tomar el tren nunca sé si voy tarde o temprano, y si uso el iPod como reloj, siempre tengo que fijarme que esté bien coordinado con la hora local.
2.- No tengo ningún número de mis amigos en Chile, por lo que si quiero llamar a alguien siempre tengo que pedirle el número a mis padres o a alguien vía facebook.
3.- No puedo sacar fotos, a menos que ande trayendo la cámara a lo turista, cosa que nunca hago cuando ando cerca de la casa en Thatcham o Newbury. Y, obviamente, tampoco puedo postearla a facebook o twitter de manera instantánea (cosa que no es una necesidad real, pero siempre es un plus).
4.- Si piedo el tren o algo me pasa, no tengo ningún medio para decirle al Pirata que voy a llegar tarde o que no puedo llegar, por lo que siempre ando corriendo y fijándome de no hacer nada tonto, o de no caminar por calles que no conozco por miedo a perderme.
Bueno, ya saqué de mi sistema este pequeño asunto, asi que chao.