(El título debe ser leído con el ritmo de "Vamos a la playa, oh, oh, oh, oh, oh!")
El viernes pasado fuimos a la lucha libre, aquí en la Ciudad de México y la verdad es que no puedo dejar esta experiencia fuera del blog. Al principio íbamos a ir con un tour, porque pensamos que sería más entretenido ir en patota. Pero al final el tour se fue y no los alcanzamos. Finalmente, conversando con gente del hostal, nos unimos a un grupo que iba con una persona de Couchsurfing.
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Este es el tipo de lucha del que hablo. |
Al principio todo fue caos, porque nadie sabía a donde íbamos ni con quién nos íbamos a juntar (y los que actuaban como que sabían más al final eran los más perdidos de todos). Pero cuando nos encontramos con Alberto (el chico de Couchsurfing) todo se aclaró. Nos juntamos unas 20 personas, en su mayoría extranjeros y partimos a las luchas.
Con el tour uno paga como 300 pesos (11.000 pesos chilenos) para que te lleven, te tomes algo en una cantina y te sienten en asientos caros. Nosotros pagamos 3 pesos mexicanos por el metro y 35 por la entrada (que no eran las mejores, pero se veía bien, y uno podía reírse a gusto sin molestar a nadie), bueno, más unos 100 pesos por una cantidad de cerveza exuberante. No había por dónde perderse.
La lucha en sí es un espectáculo de acrobacias y coreografías que imitan los de la lucha de verdad, y los mezcla con dramatizaciones más que exageradas, disfraces que bordan lo kitsch y parafernalias varias. Definitivamente hay que tomárselo con ligereza, algo de humor y un par de cervezas. Hubo gente en nuestro grupo que realmente pensaban que iban a ver una competencia, y no un show, cuando vieron las coreografías (que por cierto no dejan de ser impresionantes), creyeron que habían descubierto Ámerica diciendo: "¿Pero tú de verdad piensas que están peleando?", mientras los mexicanos los miraban sin comprender si estaban haciendo una broma o si hablaban en serio. Con el Pirata no podíamos atinar a nada más que reírnos y disfrutar el show.
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Y las acrobacias eran un poco como esto. |
Para mi, esta es una de las cosas que hay que hacer cuando se visita el D.F. mexicano, no solamente porque es un show chistoso, si no porque además es muy distinto a otros eventos en Latinoamérica. Además, el dramatismo, y, aunque suene como que le busco la quinta pata al gato, el simbolismo detrás de los personajes refleja ámbitos de la cultura local que son difíciles de ver a primera vista como turistas. Por ejemplo, las peleas son de dos equipos, siempre unos representan a los buenos y los otros a los malos. Los buenos muchas veces tienen nombres que reflejan la cultura azteca, o valores relacionados con el esfuerzo, siempre son la figura del "underdog", en cambio los malos, son personajes que han ganado su dinero o su fuerza a través de la explotación del otro, el jefe de los malos tiene esa actitud hasta con los de su propio grupo. Detalles así son entretenidos de ver, aunque sea nublados por la cerveza.
Lamentablemente en este post no tengo fotos propias, porque no dejaban llevar cámaras, desconozco los motivos, por eso saqué un par de internet como ilustración.